sábado, 28 de enero de 2023

El bushidô divulgado en Occidente

Inazô Nitobe

Bushido. El alma de Japón

Satori Ediciones. Gijón, 2017


A veces, la nueva edición de un clásico no hace más que sumar papel a algo que ya era suficientemente conocido en ediciones aceptables todavía en circulación. Confieso que era lo que pensé antes de abordar la lectura de esta versión de Satori Ediciones, pero no tardé en darme cuenta de que estaba equivocado. En este caso, la editorial especializada en literatura japonesa recupera una apreciable traducción antigua del libro de Inazô Nitobe (1862-1933) sobre la filosofía samurái, y lo hace, como ya nos tiene acostumbrados, con un lujo y cuidado exquisitos. 

No sólo la calidad física de esta edición es destacable. Resulta también oportuno el aparato crítico que acompaña el texto de Nitobe: la introducción de David Almazán, las notas de José Pazo y los dos epílogos escritos por este novelista y traductor del japonés, verdadero responsable de la edición, en la que suponemos ha trabajado con un interés personal añadido. La razón de esta implicación personal es que la traducción que nos ocupa no es otra que la de su bisabuelo Gonzalo Jiménez de la Espada y Fernández de León (1874-1938), uno de los primeros occidentales contratados por el gobierno Meiji como profesor, que se interesó por la cultura japonesa e impartió clases durante diez años de la Escuela de Estudios Extranjeros de Tokio. Jiménez de la Espada tradujo el libro de Inazô Nitobe de su original inglés de 1900 y lo publicó en Madrid en 1908, contribuyendo al auge del japonismo que por entonces corría en nuestro país.

El libro es una síntesis divulgativa de la filosofía moral del bushidô, literalmente vía del guerrero, dirigida al público occidental desde la óptica de un japonés convertido al cristianismo. Nitobe explora las raíces budistas, sintoístas y confucianas de la ética samurái, y aborda uno a uno en los sucesivos capítulos los valores morales más importantes: rectitud (gi), valor (yu), benevolencia (jin), cortesía (rei), veracidad makoto), honor (meiyo), lealtad (chûgi), educación (kyôiku kunren) y autodominio (kokushin). No obvia la cuestión del suicidio (seppuku) ni, por supuesto, deja de explicar el valor simbólico de la espada (katana). Y dedica también un apartado la posición de la mujer en esta cultura guerrera que tanta influencia ha tenido en la sociedad japonesa desde el período Kamakura (1185-1333) hasta nuestros días.

Lo más impresionante del enfoque de Nitobe es, sin duda, su asombrosa capacidad para explicar el código militar japonés poniendo en relación su contenido con referencias constantes a la cultura guerrera de Occidente, desde los clásicos grecolatinos a los códigos de caballería medievales. Pero Nitobe va más allá del ámbito militar y alude en numerosas ocasiones a filósofos (Berkeley, Lessing, Smith, Fichte, Hegel, Emerson, Nietzsche, Spencer), a poetas y escritores (Shakespeare, Carlyle, Scott, George Eliot, Balzac), así como a historiadores, antropólogos y científicos. También hay citas de teólogos y de los Evangelios, en las que Nitobe observa concomitancias entre la ética cristiana y la del bushidô. Con este trabajo de erudición no sólo muestra una amplísima cultura, sino que revela ser un perfecto exponente del diálogo intercultural y un maestro de la literatura comparada. Gracias a estas alusiones, a las citas y comparaciones que oportunamente va estableciendo, Nitobe nos acerca a una cultura que resultaba muy extraña a ojos de los occidentales de hace más de un siglo, nos familiariza con sus raíces y nos sitúa en el contexto histórico japonés con la certeza de que las civilizaciones de Oriente y Occidente pertenecen a un mundo único, y que la historia no es más que un rompecabezas que cobra sentido al unir todas las piezas desde una óptica universal.

¿Cuál es la particular visión que este japonés cristiano, casado con una cuáquera norteamericana, ofrece del código del guerrero japonés? Como reza el subtítulo de su obra, el código moral de los samuráis es el alma de Japón. Para Inazô Nitobe, el bushidô es, más que una moral, una religión. Pero al decir esto no quiere indicar que se trata de un culto, ni siquiera de una fe, sino de un sentimiento, un espíritu colectivo o, en palabras del propio Nitobe, el alma de una nación. El propio autor reconoce que se ha de tener cautela con este tipo de expresiones, que incitan al etnocentrismo, y advierte que ninguna de las virtudes del bushidô es exclusiva de Japón. No hay en esta filosofía un elemento irreductible de la japonesidad, pero sí es una fuerza motriz que explica muchas cosas de la cultura nipona, como puede ser la lealtad al emperador (o a la empresa, en la actualidad), el sentido de la disciplina en el trabajo, la capacidad de resistir los embates de la naturaleza, el sentimiento del honor social y la cortesía extrema. Son valores que siguen vigentes en el Japón del siglo XXI, y todo parece indicar que seguirán por mucho tiempo.


Publicado en Eikyô. Influencias japonesas, nº 27.

No hay comentarios:

Publicar un comentario